Vertí mercurio en el MATRAZ aforado y lo puse al bunsen.
Acomodé el morro del poeta, aun inconsciente y maniatado con LIBÁN sobre el cruel ingenio y esperé a que comenzara la ebullición del AZOGUE. Pensé "a ver si te quedan ganas de coquetear"
Ebrio de ira no note que el LIROFORO ya despierto se había soltado; lo siguiente es el frío de las esposas que me sujetaban a la cama de hospital; hasta terminar tras estas rejas es todo resumible. De ese modo URDÍ mi destino.
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Publicado originalmente en LA VUELTA AL MUNDO EN 80 PALABRAS: 4 - EL ARTIFICIO DE AZOGUE
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