Te miro y me transmitís un secreto
antiguo y gélido,
azul, luminosa
las noches de cuantos fugaces
viajeros
habrás acompañado
Quizá porque estas atada al sur
como el destino de tantos
brillas con modesta luz,
pero tu belleza cristalina
haría llorar a cualquier enamorado
o a cualquier ser desamparado
Aunque con la claridad del alba
vuelvas a desvanecerte
y las estridentes luces del día
eclipsen nuestros ojos
en la noche siempre brillaras,
femenina, sensual,
amante fiel que aguarda
paciente
Sos Pampa y desierto
sos agua inmóvil,
calma
Aunque tu luz será mas larga que el
brillo de mis ojos
el día en que te apagues
te llorare en silencio,
todo habrá acabado...
Gabriel, el 9 de agosto
del 2000,
era el anochecer en
Tandil.
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